Bajo el síndrome de Estocolmo...


Hola a tod@s!
Os escribo desde el último ordenador de los que me ofrece mi viaje por Escandinavia. Ocho días después el balance no puede ser más positivo. Siento haberos abandonado a mitad de trayecto, pero no podía desviar ni un minuto de mis días al ejercicio de concentración que me demandan las entradas de este mi santo blog.
Desde que no os veo (porque os veo mientras me leéis), he recorrido miles de kilómetros desde Oslo hasta Bergen, pasando por Myrdal, Flam, Gudvangen, Voss, hasta llegar a Estocolmo (después de atravesar Suecia de oeste a este). Pero una vez en este punto, los kilómetros pesan menos que las experiencias.
No quiero sonar muy pretenciosa, o incluso cursi, pero si me tuviera que quedar con una cosa de este viaje (algo sobre lo que reflexioné a instancias de mi gran amigo Pedro), sin duda elegiría la experiencia de haberlo hecho sola. Gracias a eso este viaje ha sido como ha sido, y no de otra menera.
Viajando sola he descubierto que puedo hacer cualquier cosa que me proponga. Suena a frase hecha, pero tomadla en su sentido más literal. He disfrutado de los silencios y de las conversaciones que te aportan las decenas de personas que dejas a tu paso por metros, trenes, hostels, calles, cafeterías o parques. He marcado mis tiempos, con la venia de trenes y aviones, y he saboreado cada sorbo de los riquísimos tés que me ha regalado esta ruta. En cuanto a las companías, he de deciros que he conocido historias (las personas somos nosotros y nuestras historias) que se quedan para siempre en la memoria de mi Moleskine.
Os cuento brevemente algunos detalles, porque voy a escribir una entrada de cada ciudad y viaje en cuanto descargue mis más de mil fotografías en mi ordenador.
Me ha llamado gratamente la atención que en Escandinavia quienes empujan los carritos de los bebés son siempre los padres. En el 99% de los casos que he visto eran siempre ellos quienes llevaban al bebé. Algo curioso. Incluso había parejas de padres paseando juntos (cada padre con su carrito), algo difícil de ver en Espana.
Por otro lado, me ha entusiasmado cuánto amor tienen estos suecos por los perros. Las estaciones de tren, centros comerciales y calles están llenas de gente paseando con sus canes. me aprece ideal que peudan llevarlos a todas partes!
Tercer detalle. A los suecos y noruegos les encantan las terrazas de los bares. pero claro, el tiempo no acompaña. Por eso, y en cuanto ven un rayito de sol, se tiran a la calle. Eso si, con su buena manta encima. Es curioso ver terrazas de cafeterias con sus sillas y mesas, cada una con su mantita polar encima para que los ávidos clientes las utilicen.
Cuarto punto. Qué deportista es esta gente! Las chicas van a todas partes con sus zapatillas de correr, integradas en un look muy casual. Corren por todas partes, y muchas veces con los carritos de bebé inlcuidos. Una bonita foto. Pero, sin duda, lo que les pierde es el esquí. En Noruega van a todas partes esquiando, y si la nieve escasea (en verano), ya han inventado ellos unos esquís con ruedines, como los de la bici, para poder seguir practicando todo el año. Eso si, lo que les va es el esquí de fondo. Ya os enseñaré unas graciosas fotos de gente esquiando por mitad de Bergen sin nieve ni nada, con unos esquís finitos de madera.
Quinto. Me encanta la filosofía escandinava de los suelos calefactables. Qué gustito da llegar a casa después de un día de superfrío y caminar descalzo por el suelo calentito! Una delicia.
Sexto y último (Ryanair no me da tiempo a más), tal y como me dijo Rafita, el metro  (y yo añado el resto de trenes y buses) son superpuntuales aquí. Escuché a alguien decir en la cola para subir al City Hall que el presidente sueco no cobra un gran salario, sino una pequenya dieta por sus funciones, porque en escandinavia el dinero de los impuestos (enorme suma) se dedica a la mejore de las ciudades. Si esto es así, mis felicitaciones, porque las ciudades que he conocido (Oslo, Bergen y Estocolmo) están cuidadísimas. Un 10 por eso.
Me despido de vosotros, pero no con un adiós, sino con un hasta luego. Me vuelvo a Liverpool, que mañana se trabaja. Os prometo que no pasa de esta semana sin subir las fotos y escribir sobre el viaje (lo tengo todo en la moleskine). Esta última ciudad ha conseguido enamorarme. Es por eso que estoy bajo el famoso síndrome... de Estocolmo.

PD: tengo una gran noticia que contaros (por al cual voy a España desde el martes 19 de abril durante una semana)
Besos

1 comentario:

Unknown dijo...

Qué gran idea esa de ir esquiando por la ciudad, como aqui no hay nieve, le pondré esos ruedines.

Por cierto, qué grande ese gran amigo Pedro.

Y este es un mensaje para que Jaime I de Moncada, alias cibertarugo, vea cómo se escribe un comentario.