Made in Taiwan




Puf, qué duro se me hace escribir esta entrada cuando, como muestra una de las fotos, estoy cruzando la línea que separa el viaje de lo que será revivirlo en imágenes. Hoy es mi último día en Paraguay (que no la última vez) antes de sobrevolar el espacio aéreo de medio mundo y dormitar más de cinco horas en varios aeropuertos. Pero no importa, porque mi balance no puede ser más positivo. Aunque, como todavía estoy de viaje, voy a seguri haciendo lo que hasta la fecha: contaros mis batallitas.
Esta semana, desde que Larisa se marchó a Praga, está siendo tranquila. El martes por la mañana me levanté temprano para ir a hablar con los chavales del taller de periodismo. Inmediatamente después hice una de las cosas que más me gustan hacer cuando voy a una ciudad nueva. Visitar su mercados y supermercados. Los que me conocéis sabéis de mi afición por los productos gastronómicos y por buscar las diferencias entre lo que comemos en España y su equivalente en ese país. Me lo pasé pipa! Primero fui a un hipermercado con mi amigo Aldo (super encargado de la compra diaria de Salesianito) y después al pintoresco Mercado Cuatro con mi tío. Os contaría en vano lo que ví, pero no os preocupéis porque hice más de cien fotos de ambos sitios. Cuando llegue a España voy a continuar escribiendo este blog durante algunos días, porque me he reservado algunas entradas de curiosidades que os van a encantar, entre ellas los cambios de nombres de alimentos, películas, series, o personajes animados.
Pero, sigo, que me desvío. El Mercado Cuatro es una especie de Granz bazar turco y bazar de las especias, pero mezclado. En él podemos encontrar infinidad de calles que conforman un laberíntico mundo de venta de ropa, zapatos, artesanía, carne de res, pescado, frutas, verduras, dulces, comidas preparadas, y hasta puestos de tarot. Un espectáculo para la vista. Ya sabéis mi teoría de que para conocer una ciudad hay que visitar sus mercados.
Por la tarde me fui con mamá, Juanjo, su prima María José y Lari a un parque espectacular que se llama Ñu Guasú. No os imagináis qué maravilla. Es enorme, pero de fácil tránsito. Tiene un paseo asfaltado para pasear o correr que se alarga 5 kilómetros. Paralelo a ese sendero, otro para bicicletas. Pues bien, a lo largo del camino podemos hacer paradas para realizar ejercicios con pesas (integrados en el parque), asistir a una clase de aerobic, desgustar mate o tereré, plantar un árbol autóctono, o simplemente descansar en un banco junto al lago artificial que sirve de corazón. Pero, una de las cosas más bonitas del lugar (ademá de la compañía y la preciosa tarde que hacía) es una coqueta isla artificial que flota en el centro del lago. Made in Taiwan. Sí, sí, no es una broma. El gobierno de Taiwan es a Paraguay como los Reyes Magos a los niños españoles. A cambio de reconocerlo como país y votar a su favor en la ONU y ese tipo de organismos, Taiwan agasaja a Paraguay con caros regalos como esta isla (en la foto se aprecia incluso la pagoda construida) o su nuevo Palacio en el que se aúnan las cámaras del Congreso y Senado.
Quiero resaltar el hecho de que muchos de vosotros me hayáis comentado en vuestros emails lo bonitas que os parecen las fotos y lo espectacular que parece el país. Pues os lo confirmo. Tiene cosas verdaderamente increíbles. Pero por alguna razón, desconocidas al mundo. Las cataratas crían la fama y el resto del país carda la lana. Paraguay es un país sumamente verde, húmedo y rico en gente. Lástima que para otros muchos aspectos no haya alcanzado las cotas de bienestar que provocan sus paseos por el campo, sus tardes en el parque, o sus cenas con los lugareños. Aún así, os recomiendo una visita.

Para terminar de rematar esta entrada, voy a poneros los dientes largos a más de uno. Anoche rematamos la semana (y casi el viaje) con una espectacular cena en casa de la dulce Leti y el más dulce Roger. Una mariscada en toda regla. Teniendo en cuenta que el pescado de mar es ya un lujo para Paraguay (es el único país de Sudamérica, junto con Bolivia que no tiene mar), imagináos lo que son las gambas y langostinos. Pues de eso, nosotros anoche comimos hasta no poder más. Y como fin de fiesta, unas espectaculares tartas salidas de las golosas manos de María Castaña.
Como en realidad estoy escribiendo esta entrada cuando son las 11:22 horas de la mañana del jueves, tengo también que contaros que hoy me he despertado con una super sorpresa de la pasteleria María Castaña. Mi tío me había enviado una bandeja enorme (con patas para la cama y todo) con un termo con chocolate caliente, fruta natural cortada, zumo recién exprimido, croissants mini, sandwichs mixos minis, alfajores, palmeritas... No faltaba de nada. Tampoco la taza... Desde aquí gracias a mi tio y a Mirtis (la dueña de la mejr confitería de Paraguay). La foto del regalazo de desayuno la subo en un ratito, que a estas horas, aún estoy comiéndomelo...

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